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Probé el steak más exclusivo de Cabo… y cambió mi forma de ver la carne

En un destino donde la alta cocina se mezcla con la belleza del mar, encontré algo que redefinió mis estándares culinarios. Lo que comenzó como una simple intención de cenar bien, terminó siendo una experiencia que transformó por completo mi forma de entender la carne. Probé el steak más exclusivo de Cabo —una pieza Jack’s Creek Wagyu— y descubrí que no todos los cortes se sirven igual… ni saben igual.

Este blog no trata solo de lo que se come, sino de lo que se vive. Del momento en que el platillo llega a tu mesa y entiendes que cada detalle fue pensado para marcar la diferencia. De la precisión detrás de un marbling perfecto. Y de cómo, en lugares como Harry’s, el término fine dining se vuelve una experiencia multisensorial, donde cada bocado lleva consigo historia, técnica y emoción.

La experiencia en Harry’s: más allá de una cena

Cabo San Lucas es sinónimo de exclusividad, y Harry’s lo demuestra desde el primer paso dentro del restaurante. Las puertas se abren a un espacio donde la arquitectura contemporánea y los materiales nobles crean una atmósfera elegante, silenciosa y envolvente. El sonido del hielo en el bar, la música suave de fondo y la iluminación cuidadosamente diseñada establecen el tono de lo que está por venir.

La bienvenida es inmediata, personalizada. Te hacen sentir parte de algo importante. Una vez en la mesa, la textura del mantel, el brillo de la cubertería y un centro de mesa discreto pero refinado hablan de una obsesión por los detalles. El servicio comienza con una cortesía: pan brioche recién horneado, tibio y delicado, acompañado de mantequilla artesanal que anticipa la calidad del resto de la velada.

Es un inicio que prepara los sentidos. La carta se presenta como una curaduría, no como un simple menú. Aquí no se trata de elegir entre carne y pescado, sino de descubrir una propuesta en la que cada ingrediente fue seleccionado con un propósito.

Jack’s Creek Wagyu en Cabo: la joya de la experiencia

El Jack’s Creek Wagyu no es un corte cualquiera. Proviene de una de las casas productoras más prestigiosas de Australia, reconocida internacionalmente por mantener estándares de calidad excepcionales. Su Beef Marbling Score (BMS) de 8-9 garantiza una textura suave, jugosa y con una infiltración de grasa natural que se funde al contacto con el calor.

Harry’s es uno de los pocos restaurantes en México que cuenta con esta certificación. No se trata solo de ofrecer carne de alta gama, sino de respetar su origen, sus procesos y su cocción ideal. Cada corte es tratado con el mismo rigor que un sommelier le daría a una botella de vino de añada: se presenta, se explica, y se prepara según las preferencias del comensal.

En mi caso, opté por el New York Wagyu on Hot Stone, un corte servido en piedra caliente, acompañado de una salsa trufada con un sutil toque picante, ajonjolí y cebollín fresco. Más que un platillo, es una experiencia interactiva, donde el sonido del chisporroteo y el vapor aromático elevan cada segundo del ritual.

El momento cúspide: cuando el steak llega a la mesa

Cuando el Wagyu llegó, el restaurante pareció detenerse. El carrito de carnes se desplazó con elegancia, pero esta pieza no se exhibe ahí: su sensibilidad exige cuidado extremo, y por eso se conserva al margen, hasta que se ordena. La presentación es minimalista, como si la carne hablara por sí sola.

La piedra caliente desprende un aroma inmediato, denso pero limpio. El color de la carne, su brillo, su textura —todo parece anticipar un bocado inolvidable. El primer corte apenas requiere presión; la grasa se derrite y se integra con la carne en cada milímetro. El resultado: un sabor profundo, equilibrado, con notas umami que permanecen en el paladar.

Es un momento que combina lo sensorial con lo emocional. No es solo una cena: es una revelación sobre lo que puede llegar a ser un steak cuando está en las manos correctas.

Acompañamientos ideales para un steak exclusivo en Cabo

Una pieza como el Jack’s Creek Wagyu merece estar rodeada de elementos que realcen —sin competir— su protagonismo. En Harry’s, la experiencia de maridaje es sutil y bien pensada. Dependiendo del perfil del comensal, pueden sugerirse destilados clásicos o una copa de vino con buena estructura y taninos integrados.

Como complemento, probé el Beef Tartare, servido con precisión y equilibrado con acidez fresca, ideal para abrir el apetito. Las Harry’s Olives, con su mezcla de sabores intensos, y las Truffle French Fries aportaron textura y contraste. Para cerrar, el Lobster Cannoli, una entrada creativa que mezcla mar y tierra en un bocado suave y elegante.

Todo está pensado para armonizar, no para impresionar gratuitamente.

Cada experiencia en Harry’s es única, pero lo que permanece es la sensación de haber vivido algo más que una cena. Si aún no has explorado este universo de sabores y detalles, te invitamos a descubrirlo por ti mismo.

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Y si estás en Cabo, reserva tu mesa y prueba lo que, para muchos, es el mejor steak del destino.

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